SI a los artistas les encanta tener un tema que inmediatamente traslade a sus oyentes al pasado, Suzanne Vega (California, 1959) puede estar orgullosa. Su melancólica voz en Luka, de 1987, está en el imaginario de cualquiera que haya vivido la transición de los ochenta a los noventa. La canción, que describe una situación de violencia doméstica que victimiza a un niño, la compuso la propia Vega inspirándose en sus vecinos en el Harlem de Nueva York.
Chica tímida y sensible, Suzanne creció en una familia poco convencional. Su madre, analista de sistemas, estaba casada en segundas nupcias con un escritor puertorriqueño, Ed Vegas, de quien la cantante adoptó el apellido. Los gustos musicales de la pareja influyeron en laniña desde muy temprano. En su casa, se solía escuchar folk, jazz, bossa nova y rock. De ese modo, la vocación de Suzanne para el arte era reconocida e incentivada. A los 11 años, ya rasgueaba bien la guitarra y empezaba a crear sus primeras canciones.
Chica tímida y sensible, Suzanne creció en una familia poco convencional. Su madre, analista de sistemas, estaba casada en segundas nupcias con un escritor puertorriqueño, Ed Vegas, de quien la cantante adoptó el apellido. Los gustos musicales de la pareja influyeron en laniña desde muy temprano. En su casa, se solía escuchar folk, jazz, bossa nova y rock. De ese modo, la vocación de Suzanne para el arte era reconocida e incentivada. A los 11 años, ya rasgueaba bien la guitarra y empezaba a crear sus primeras canciones.
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